Inmunonutrición, la respuesta ante las enfermedades y desafíos ambientales, como el COVID-19.

La inmunonutrición representa un área de estudio que resulta de analizar conjuntamente el estilo de alimentación de un individuo y su perfil de respuesta inmunológico ante una enfermedad o desafío ambiental, como los virus. Hace referencia también a la participación de un “nuevo órgano” en el cuerpo humano del que cada vez se conoce más: la microbiota intestinal. Todo parece indicar que de nuestra salud intestinal depende la conexión entre lo que comemos, cómo lo digerimos, y si ayuda o no a nuestro sistema de defensas (Holscher, 2020).

El metabolismo y el sistema inmunológico están íntimamente ligados y son codependientes; la obesidad, asociada al exceso en la ingestión de nutrientes, puede ser reconocida por parte del sistema inmune innato, la primera línea de defensa del cuerpo humano, como un daño, una forma de estrés biológico. La obesidad se ha asociado a su vez con alteraciones en la composición de la microbiota intestinal y la permeabilidad del intestino, lo que aumenta la susceptibilidad a las enfermedades causadas por bacterias y virus (Jin & Flavell, 2013).

La microbiota intestinal ayuda a regular muchos procesos saludables del ser humano, como el equilibrio nutricional, la forma de invertir la energía y, sobre todo, reforzar esa primera línea de defensa inmune: las células centinela del intestino. Estas últimas juegan un papel crítico en la regulación de muchas funciones en las diferentes etapas de la vida de un individuo (Wang et al., 2019) y su estado nutricional.

Bastante se ha estudiado sobre las infecciones virales, dado que desde la Gripa Española, varios coronavirus se han presentado en la humanidad. Sin embargo, el mecanismo de daño causado por la mutación que hoy está en nuestro ambiente, en los casos más críticos, y lo que puede llevar a desarrollar complicaciones y la muerte, es por una evolución rápida a una infección generalizada comenzando por el pulmón (órgano blanco) y haciendo que el cuerpo colapse al no poder producir los anticuerpos necesarios a la velocidad y con la especificidad necesarias, las defensas o anticuerpos de base proteica. Si esta segunda fase de respuesta no es adecuada, no hay defensas inteligentes, sino un bombardeo que daña todo alrededor; lo ideal es que los órganos responsables de la producción de anticuerpos tengan los “ingredientes” necesarios para una respuesta rápida y efectiva, por lo cual se hacen indispensables los aminoácidos esenciales y de alto valor biológico que aportan las proteínas de origen animal, y los nutrientes con función antioxidante provenientes de los alimentos frescos que nutren y balancean la microbiota intestinal.

El rol de las células centinela es crucial en la piel, el tracto gastrointestinal y los pulmones, los sitios donde se alojan los microorganismos, tanto benéficos como patógenos en el cuerpo. Y justamente, cuando hablamos de regulación de la respuesta inmune, hay importante evidencia de la magnitud, calidad y duración de ésta, en relación con la microbiota de cualquiera de estas superficies corporales; el impacto de la microbiota en la manera de defenderse de una infección viral, es similar al de los tratamientos antibióticos, en cuanto que modula la respuesta mediada por células (Braciale & Hahn, 2013), es decir en la que se generan los anticuerpos específicos.

En este orden de ideas, está en manos de los consumidores hacer dos cosas: Comprar alimentos que realmente nutran, y empezar a modelar hábitos de vida y alimentación, con miras a mejorar la inmunocompetencia.

¿Comprar alimentos que nutran? Se trata específicamente de alimentos frescos, en su estado natural. Entre más fresco, y menos vida útil tenga un alimento, es más saludable. La refrigeración y la congelación son los métodos más sanos para conservar un alimento; si además agregamos empaque al vacío, podemos considerar un alimento fresco, hasta con 6 meses de congelación. Intentar alargar más la vida útil, requiere, sí o sí, el uso de aditivos y conservantes. Un corte de pollo o cerdo frescos debe ser de consistencia firme una vez esté a temperatura ambiente o incluso en refrigeración; evite piezas cuyo brillo esté asociado a una consistencia babosa que se puede dar por un mal manejo de la cadena de frío en la comercialización.

¡¡¡Hábitos de vida y alimentación que mejoren la inmunocompetencia: PESO SALUDABLE Y ESTABLE…!!!

Dos consejos prácticos: Al menos tres porciones de diferentes proteínas frescas al día, por ejemplo, huevos con champiñones al desayuno, cerdo al wok con verduras al almuerzo y ensalada con pollo a la comida. Y que la indulgencia tenga un tamaño y un tiempo limitado en el día: dulces, harinas (panadería, pastelería, cereales, pastas, etc.…) y lácteos líquidos y sustitutos (leches de arroz, almendras, etc.…), sólo hasta el medio día y en pequeñas porciones.

COMENTARIO ADICIONAL PARA CONTROLAR EL RIESGO POR SOBREPESO. 

Los alimentos indulgentes, que cumplen con alguno de estos ingredientes o atributos señalados, se caracterizan por tener la capacidad de pedir insulina para las células utilicen la energía que aportan, los podríamos catalogar como alimentos “insulino-dependientes”. Es importante no malgastar nuestra insulina sobre todo porque de ella dependen los picos de hambre que podamos sentir dos horas después de comer. Los alimentos frescos ricos en proteína, no necesitan de nuestra insulina para nutrirnos.

La industria se ha esforzado porque los alimentos indulgentes aporten otros nutrientes importantes, fibra, Calcio, Selenio, Complejo B, por ejemplo, pero si respetamos las porciones recomendadas, estos nutrientes adicionados siguen estando en muy baja proporción en comparación con la cantidad de azúcares y sus calorías. Algunas bondades nutricionales de los alimentos indulgentes, se obtienen de otros alimentos frescos y saludables como las verduras y las frutas que se catalogan como alimentos REGULADORES y aportan menos calorías.

Para terminar, NO EXISTEN ALIMENTOS QUE POR SI MISMOS “SUBAN LAS DEFENSAS”. La inmunonutrición es el resultado de un proceso constante de mediano plazo que consiste en mejorar la respuesta inmune en la medida que se logra un peso saludable, una buena salud digestiva e intestinal y un adecuado aprovechamiento biológico de los nutrientes. En otras palabras, usted mejora su inmunocompetencia en la medida que pase de alimentarse a nutrirse de manera inteligente con alimentos frescos – pollo, huevo o cerdo – cuyas proteínas de alto valor biológico, juegan un papel crucial.

Bibliografía

  • Braciale, T. J., & Hahn, Y. S. (2013). Immunity to viruses. Immunol Rev.
  • Holscher, H. (2020). Gut microbes: Nuts about fatty acids. Commentary. Journal of Nutrition.
  • Jin, C., & Flavell, R. A. (2013). Innate sensors of pathogen and stress: Linking inflammation to obesity. J Allergy Clin Immunol, 287-94.
  • Wang, G., Huang, S., Wang, Y., Cai, S., Yu, H., Liu, H., . . . Qiao, S. (2019). Bridging intestinal immunity and gut microbiota by metabolites. Cellular and Molecular Life Sciences, 3917-3937.

Fuente: Pilar Serrano, Nutricionista experta en Alimentación Funcional, Fun Snacks

Posted in Noticias

Leave a Comment