Consumidores en desarrollo o en evolución marcan la tendencia de los mercados, bien porque sean las mismas empresas las que cambian las tendencias de consumo, o simplemente porque los consumidores toman decisiones que tienden a modificar los patrones de consumo, soportados por lo demás en los nuevos formatos de comunicación de la sociedad.
Quizás existen dos vertientes que direccionan los nuevos formatos de consumo: uno altruista y otro egocéntrico. En el primero está todo lo relacionado con el medio ambiente, el bienestar animal y el social (comercio justo, generalidades sobre la fuerza laboral, etc.). En el segundo grupo está aquello que puede afectar de forma directa al consumidor, como las grasas, los azúcares y los carbohidratos, puesto que busca, en general, comida sana.
Es allí en donde aparecen las nuevas corrientes que van marcando la forma como se deben producir los alimentos en el futuro. De un lado están los factores normativos que delimitan el espacio (cómo se debe producir) y, de otro, las oportunidades que simplemente las empresas exploran. También una combinación de ambos criterios.
Y es justamente en este espacio en donde las empresas productoras de pollo se encuentran con una tendencia que, con el paso del tiempo, se va convirtiendo en una opción de producción establecida por las normas y aceptada por los consumidores. Primero aparece como una tendencia que abre oportunidades de mercado; por ejemplo, la corriente de producir alimentos sin antibióticos, asunto en donde no resulta difícil convencer a los consumidores de la bondad del tema.
En segundo lugar, los gobiernos empiezan a regular la forma de producir en los mercados. Proceso que se va tomando su tiempo, dado que no es posible establecer cambios radicales de la noche a la mañana.
Las principales preocupaciones que les surgen a los productores son: ¿cómo alcanzar los estándares de producción ya conocidos? ¿Cómo proceder con?
¿Una nueva forma de producción? ¿Cómo lograr que el mercado reconozca las características de producción que conllevan un producto igual, pero diferente en la forma de producirlo?
Escenario en donde referencias, como lo alcanzado por la empresa brasilera Korin, se convierten en un referente de estudio. En este caso, el cambio en el modelo de producción no generó transformaciones negativas en sus resultados de campo, por lo contrario, fueron positivos. En efecto, la conversión y mortalidad mejoraron.
Sin embargo, pese a lo anterior, el costo de producción de pollo libre de antibióticos se incrementó en 9%, manteniendo el ciclo de producción en alrededor de los 42 días, con un peso de 2.4 kilos por ave.
Como una ventaja, Korin se vio en la necesidad de desarrollar el mercado del pollo libre de antibióticos, apalancado en un potencial de mercado que ya venía en maduración, con la disposición de pagar un poco más por el producto. Ciertamente, nos falta todavía mucho.
Fuente: Boletín Fenaquin N° 251 – Fenavi Octubre 31 de 2017